miércoles, 4 de abril de 2012

Un disco por año: 1974

/yurik

Volvemos, una semana más, al pasado. A ese pasado que tantos echamos de menos, aunque no lo hayamos vivido, pues este es el sino del ser humano: desear todo aquello que sabemos que no podemos tener. Y el tiempo es sin duda la medida de todas las cosas que se nos escapan y que no podemos controlar mientras nos concedemos ese regalo envenenado llamado recuerdo, que al transformarse en melancolía nos impide avanzar.

Black Sabbath, Led Zeppelin, Deep Purple y Pink Floyd son los nombres que hasta ahora se han nombrado en este especial homenaje que desde este humilde rincón de la red le dedicamos a la música popular. Y ahora le toca el turno a un gran grupo, quizás no tan conocido por todos como los nombres anteriormente citados, pero seguramente igual de importante que ellos.

Hawkwind se formaron en 1970 y desde entonces han ido variando su formación, con el guitarrista y vocalista Dave Brock manteniéndose como el eje motor de la banda. Su estilo se estima para un servidor difícil de clasificar por todas las facetas que han tocado a lo largo de su carrera. Por una parte se trata del grupo pionero en la materia del rock espacial, aunque también tienen características de psicodélia y progresivo y han sido una de las grandes influencias para el nacimiento del heavy metal. Sin embargo se trata de una de esas formaciones cuya grandeza reside en su incorruptible originalidad y maestría a la hora de jugar con todo tipo de sonoridades sin perder un ápice de calidad.

El disco que nos ocupa, titulado Hall Of The Mountain Grill, es su cuarto álbum de estudio y en mi opinión su mejor trabajo. El más completo y perfecto de todos los que han sacado a la luz en su dilatada carrera. La formación para su grabación fue la de Dave Brock, Lemmy Kilmister, Simon House, Nik Turner, Simon King y Del Dettmar. House entró en la banda en este disco y la opinión generalizada es que ayudó a crear canciones más estructuradas olvidando el carácter improvisado de las composiciones anteriores del grupo, más centradas en la idea de Jam Session. En mi opinión esto es un hecho positivo puesto que remarca la necesidad del grupo de evolucionar hacia nuevas tierras inexploradas. Con esto no quiero decir que los discos anteriores no me gusten, al contrario, me parecen fundamentales. En especial el colosal Space Ritual, quizás el mejor directo que servidor haya escuchado jamás.

La característica que más me llama la atención del disco es su portentosa variedad, consiguiendo que cada tema sea totalmente diferente del anterior pero sin perder la sensación de estar escuchando algo compacto que tiene sentido como un ente total. El tema que abre el álbum es The Psychedelic Warlords (Disappear In Smoke) toda una explosión de fuerza espacial que da paso a la intrumental Wind Of Change, una maravilla psicodélica coronada por los instrumentos de viento de Nik Turner. D-Rider y Web Phaser son, juntamente con Lost Johnny (compuesta por Lemmy), los temas más duros y directos del disco. Sin embargo mi canción preferida es Paradox, que cierra el álbum por todo lo alto en una mezcla perfecta de rock espacial y progresivo que sienta cátedra.

En definitiva, una obra colosal que al oír ahora, 38 años después de su lanzamiento, sigue sonando igual de perfecta. Uno de esos discos que parecen haber nacido para entablar una conversación con el tiempo para convencerlo de que se detenga en un lugar desconocido al que nosotros, pobres oyentes, solo aspiramos a llegar.

2 comentarios:

  1. http://www.mediafire.com/?nnae5e5x5y381zy

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  2. Gran disco, sí señor, de un grupo popularmente poco reconocido, pero totalmente esencial.

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