lunes, 14 de noviembre de 2011

20 años de Pearl Jam... ¿A dónde se dirige el rock?

/yurik

Es curiosa la razón por la que esta entrada ve la luz. Mi segunda aportación para este blog tenía que ser un análisis del último disco de Cathedral, The Guessing Game... sin embargo nada en este mundo es claro, y mucho menos los devenires de un joven rockero intrépido. Supongo que los caminos del señor oscuro son inescrutables, y que en ello reside la magia del asunto.

Nada de lo que vais a leer a continuación existiría si no fuera por un cúmulo de circunstancias que han llevado a que me siente delante del ordenador a escribir mis pensamientos: una lista de reproducción antigua, dos amigos conversando y un tema de Pearl Jam sonando de golpe en los altavoces. El himno de los himnos que tantas veces hemos escuchado, entrando en escena sin avisar, tal y como suelen hacer los grandes actores... aquellos que no necesitan carta de presentación. Alive puede ser muchas cosas, pero si la tuviera que definir con una palabra sería Rock. En vena, puro y sin complicaciones. Un canto a la vida y a la lucha. Un grito al cielo lleno de fuerza y vitalidad.
Y al escucharla, esos dos amigos se preguntan: ¿Qué ha pasado con el Rock?

Sin duda se trata de una buena pregunta que lleva tiempo dando vueltas en mi mente. Pero antes de intentar responderla, dejad que me presente. Nací en un caluroso verano de 1991. El gran año del Grunge a nivel comercial. Ten y Nevermind acababan de salir a la luz dejando con las bocas abiertas a millones de jóvenes y los bolsillos llenos a unos cuantos señores trajeados. Pero para entonces yo tan solo era un bebe rosado recién nacido y llorón.
Quienes disfrutaron de esa época, quienes la vivieron como merece ser vivida (y perdonadme la idealización) fueron otra generación. La generación X. Jóvenes sin rumbo, sin tren y sin destino. Yo no viví el Grunge, ni el auge la música alternativa de los 90. No viví el desconcierto general de todos aquellos muchachos que no encontraban en ningún sitio las respuestas a sus preguntas. Preguntas que, lamentablemente, aún siguen en el aire.
Mi generación es la de los desheredados musicales. Vivimos reverenciando continuamente el pasado puesto que carecemos de iconos propios. Creemos en Hendrix, en Dio, en Schuldiner o en Staley. Creemos que nos pertenecen pero es mentira. Nada nos pertenece.

Creo firmemente que nos encontramos en la mejor época de la historia de la música. Tanto por los grandes artistas y obras que surgen año a año como por la capacidad que tenemos gracias a Internet para acceder a un inmenso archivo por el que nuestros padres y abuelos habrían matado. Sin embargo algo falla. El rock muere lentamente... cada día son menos los seguidores que llenan estadios y salas con sus cánticos y su fuerza vital.
Puedo hablar de grandes grupos que han marcado un camino a seguir (se me ocurre Radiohead) pero no hay ningún movimiento musical que una a la gente bajo unos mismos ideales. El Grunge fue el último de esos movimientos, y desde su muerte prematura nada parece tener un objetivo claro: aparecen montañas de estilos nuevos cada día, pero no están vivos. El rock no se crea, el rock nace por el choque de fuerzas. La buena música sigue existiendo pero no transmite el alma de la gente. Con ella podemos disfrutar, pero no mover el mundo.


La prueba palpable de que el rock está en vías de extinción es que el último gran grupo del género tiene ya 20 años. Pearl Jam es un grupo único que ha dejado su marca como pocos en la historia dorada de la música. No es tan solo su calidad musical la que quiero reivindicar, sino su capacidad para transmitir los sentimientos de toda una generación en cada canción que parían. Y por sentir el directo como debe ser sentido: como la catarsis emocional suprema. No sé cuantos grupos han habido que se puedan comparar con Pearl Jam, lo que si sé es que no habrá nunca más uno que le pueda hacer sombra.

Mientras miraba extasiado el magnifico documental de Cameron Crowe, todo un regalo para los que más lo merecen: los que aman al grupo de Seattle, y mis lágrimas surcaban mi cara este pensamiento pasaba una y otra vez por mi mente. Pero todo quedaba reducido a la nada por un fuerte sentimiento anacrónico. En la sala de cine nadie bajaba de los treinta años. Solo yo, perdido en la multitud, intentando ser como los niños mayores. Los que crecieron escuchando Alive. Los que pasaron su adolescencia en los noventa. Los últimos rockeros que verá el mundo.

2 comentarios:

  1. Tengo que ver este documental.

    Estamos de acuerdo en muchas cosas de las que dices.

    Nos Venom!

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