Si el lunes os traía una joya thrasher como el debut de Satan's Wrath, hoy cambiamos de tercio y nos acercamos a la américa profunda para descubrir a uno de los grupos de Stoner que más atentamente habremos de seguir a partir de ahora.
The Midnight Ghost Train se formaron en agosto del año 2007 bajo las órdenes de Steve Moss; lider, cantante y guitarrista de este proyecto cuyo único objetivo es el de rendir homenaje a John Goff, el mejor amigo de Moss, fallecido hace ya cinco años.
La banda tiene a sus espaldas un EP titulado The Johny Boy (2008) y un larga duración homónimo (que vio la luz en 2009) a los que hay que sumar el disco que nos ocupa. Tal es la impresión que me ha causado que no temo en tirarme a la piscina y afirmar que se trata del mejor álbum de Stoner que vamos a ver este año.
El buffalo siempre ha sido un animal por el que he sentido cierta fascinación por representar mejor que cualquier otro la fuerza y nobleza de una naturaleza que el ser humano está empeñado en destruir. Buffalo ha sido el nombre escogido por The Midnight Ghost Train para titular su nuevo disco, y a parte de ser el nombre de la ciudad de nacimiento de Steve Moss, representa perfectamente lo que vamos a sentir cuando le demos al play.
Desde el primer minuto asistiremos a una clase magistral de fuerza y distorsión que va más allá del Stoner y pone de manifiesto un amor por el blues más pesado, creando una estampida de feeling que nos arrollará sin compasión.
Los tres primeros temas son los más duros, mientras que a partir de ahí el álbum vira hacía tierras más tranquilas sin que ello comporte la aparición del más mínimo atisbo de aburrimiento. Especial atención cabe mostrar a Foxhole, quizás la canción más representativa del disco: un gran riff zarandeado por la poderosa voz de Moss, que viene a ser lo que sucedería si a Neil Fallon le diera por cantar en plena resaca.
Otros temas a destacar son Tom's Trip; un blues lento y psicodélico que acaba por desatar una explosión de acido, Spacefaze; una instrumental que por momentos recuerda a los todopoderosos Karma to Burn, además de una versión de Cotton Fields en la que la voz de Moss es protagonista.
Sin embargo, y a diferencia de otros discos que funcionan gracias a temas sueltos, Buffalo debe entenderse como un todo. Es cada vez menos frecuente encontrar discos donde no sobre nada y que nos impulsen a escucharlos una y otra vez. El nuevo álbum de The Midnight Ghost Train es una honrosa excepción, en gran parte debido a su ajustada duración de treinta minutos (cuanto echo a faltar los discos cortos) y a la sensación de que todo lo que escuchamos ha sido confeccionado a partir de la más absoluta pasión por la música.